El uso de lechadas, en particular de lechadas bituminosas, tiene una larga historia que se remonta a los proyectos de construcción antiguos. Una de las primeras referencias a las lechadas bituminosas se remonta a la construcción de la Torre de Babel, como documentó Flavio Josefo en el siglo I d. C.
A finales del siglo XIX, la inyección de betún caliente se convirtió en una práctica común para trabajos de reparación en presas y túneles de roca, aunque la mala selección de los grados de betún provocó una disminución en su uso.
La técnica resurgió a principios de la década de 1980, en particular a través de proyectos exitosos como el relleno de las presas Lower Baker y Stewartville en Canadá.
Este resurgimiento continuó hasta fines de la década de 1990 a medida que se realizaron mejoras en las formulaciones de betún, centrándose en tipos más duros, oxidados y respetuosos con el medio ambiente que poseían un alto punto de solidificación, que se consideraban más adecuados para un lechado eficaz.
Entre las operaciones documentadas importantes de inyección de betún se incluyen los esfuerzos para mitigar las fugas en la presa Lower Baker, donde un intento temprano hace más de 75 años abordó con éxito las fugas, pero dio lugar a canales de flujo secundarios debido al deslizamiento del betún, lo que requirió intervenciones repetidas en los años 1950 y 1960.
Sin embargo, el intento de 1982 de emplear lechadas de poliuretano para fines similares no produjo los resultados deseados, lo que provocó un retorno a las técnicas de lechada de betún caliente que lograron manejar eficazmente una importante entrada de agua bajo presiones significativas del yacimiento.
A medida que la industria de la construcción progresó, la gestión de los espacios anulares evolucionó, pasando de métodos de relleno simples a técnicas de lechado más avanzadas.
Esta evolución refleja una creciente comprensión de las implicaciones a largo plazo del relleno y la importancia de emplear materiales y metodologías sofisticadas para garantizar la integridad estructural y la sostenibilidad en la construcción.
Las prácticas modernas de lechado ahora enfatizan una atención meticulosa a la selección de materiales, el diseño de la mezcla y los procesos de aplicación, que son fundamentales para obtener resultados exitosos del proyecto.
La integración de tecnologías innovadoras y materiales avanzados marca un cambio significativo con respecto a los métodos tradicionales, lo que ilustra un enfoque maduro para abordar las complejidades inherentes a los desafíos de la construcción contemporánea.